___________________________Without you


De: Priss

Capítulo III: `We´re breaking the rules.´
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Ella estaba al otro lado de la habitación, a unos siete u ocho metros; aun así, él quedó encantado con la belleza femenina. Pequeña, frágil, y esa sutil sonrisa que mostraban sus labios de vez en cuando. . . le daban unas tremendas ganas de atraparla entre sus brazos y protegerla.

El pelinaranja se sintió estúpido cuando, al ella girarse y encontrarse con su mirada, él no fue capaz de apartar la suya; fue descubierto infraganti, mirándola idiotizado.
Pero dios es grande, pues la joven no dudó en sonreírle de forma todavía más encantadora, maravillándolo. . . cautivándolo.


“Y yo que no quería venir.”

Pensaba y de paso agradecía mentalmente a Uryuu Ishida por insistirle hasta el punto de convencerlo y por consiguiente, fastidiarlo.
Ser el ganador de aquella última sonrisa lo impulsó a acercarse a la bella mujercita.

Un tanto avergonzado y hasta torpe, se animó a preguntarle su nombre.


~ Rukia.

Le dijo, sumiéndolo en una especie de trance producido por su linda voz.
Luego el silencio; se miraban fijamente sin la intensión de romper el tranquilo ambiente que, sin pretenderlo, habían creado entre ellos.

Ichigo se rascó la cabeza, apenado, desviando la mirada.


~ Bueno, yo…

~ Kurosaki-kun!!… te estuve buscando, ¿qué dices si bailamos?.


Tan rápido como llegó a interrumpir, una chica de largos cabellos naranjas se retiró, prácticamente arrastrando con ella al muchacho al centro de la pista de baile.

La pelinegra no pudo ocultar la decepción en su mirada.


“Debí imaginarlo… tiene novia.”

Tras este pensamiento, Rukia dio la espalda a las parejas que bailaban, enfrascándose en una conversación trivial con sus amigas.


¿A caso fue muy rápido, o quizás simplemente seguía distraída, recordando al interesante chico pelinaranja?. El caso es que la melodía apenas terminó, sin que ella se diese cuenta, cuando sintió como una mano grande y tosca tomaba la suya, pequeña y suave, apartándola del resto de sus amigas con evidente falta de delicadeza.


~ Su-suéltame, imbécil, ¿quién te has creído?.

Fueron las palabras de una exaltada pelinegra, quien miraba al patán que se la había llevado sin más.

Pero la Kuchiki no podría negar ante sí misma que se sintió extrañamente feliz al ver que su `raptor´ no era otro más que el pelinaranja.


~ Quiero que sepas que Inoue es solo una amiga y que ni siquiera me gusta bailar. . . por cierto, mi nombre es Ichigo.

Ella parpadeó un par de veces; sus mejillas teñidas de carmín.
Ese hombre era un idiota. . . uno muy lindo, debía admitir.

Rukia se sintió tonta, así que desvió el rostro, fue hasta entonces que se percató que se habían alejado del bullicio de la fiesta.


~ ¿Dónde?…

La Kuchiki no pudo completar su pregunta. Inesperadamente, el muchacho se posó frente suyo, callándola con sus ardientes labios.

Inmóvil y sorprendida al principio, la chica demoró unos instantes en corresponder aquel beso con igual intensidad y entusiasmo. No era su primer beso, aunque tampoco era una experta en el tema, pero aun así sentía que ese había sido el beso más maravilloso de su corta vida. Lástima que tuviese que terminar. . .

Ambos jóvenes se sonrieron, sus respiraciones agitadas; las manos del pelinaranja celosamente ceñidas a la pequeña cintura de la chica.


~ Por aquí.

Ichigo tomó la mano de la pelinegra, guiándola por los pasillos de la mansión.


“Menos mal que conozco la casa de Uryuu… punto a favor.”

Pensaba el Kurosaki, una vez en la tercera planta del lugar, deteniéndose frente a una de las tantas habitaciones. Empujó levemente, sonriendo casi feliz al percatarse que la puerta no estaba bajo llave.

Sin embargo, al querer entrar, Ichigo no dio más de un paso, pues la mujer junto a él no se movió en absoluto. Tras apenas girarse, el muchacho pudo notar la desconfianza y hasta cierto temor en el rostro de la linda chica.


~ Daijobou… yo jamás, nunca… te haría daño.

Rukia miraba sorprendida a ese joven, quien parecía haberle leído el pensamiento. Esas palabras. . . había tanta sinceridad en ellas, que la Kuchiki no pudo evitar el sonreír ligeramente. Ella bien sabía lo que pasaría si traspasaba aquella puerta y entraba a esa habitación.


“Pero no entiendo… eso es lo que yo quiero… es tan extraño; no tengo miedo y a pesar de que no lo conozco, confío plenamente en este hombre… este sentimiento carece de lógica y aun así, yo…”

El caos de los pensamientos de la pelinegra se vio interrumpido al sentir nuevamente los labios del pelinaranja, y al deshacer el beso, la Kuchiki fue consciente hasta entonces de que ya estaba dentro de la recamara, sumidos en la oscuridad y la quietud.

Ichigo se aseguró de cerrar bien la puerta; no estaba dispuesto a que le echasen a perder este momento.
No comprendía por qué estaba tan encantado con esta jovencita, tanto así que sus toscas manos ya iban y venían, delineando los sutiles contornos de su pequeña figura.

El corazón le latía incontrolable y le estorbosa ropa poco tardó en caer lejos de la cama.
Ichigo admiraba casi con devoción el pequeño y frágil cuerpo bajo el suyo.


~ E-eres…

~ ¿Pequeña?.

~ Iba a decir encantadora, pero también eso.


Ambos jóvenes sonrieron para luego buscar la boca del otro e iniciar con la pasión. Las manos del pelinaranja recorrieron la blanca piel de la chica, explorando, deleitándose con los pequeños pero redondos pechos para rato después deslizarse por la exquisita figura femenina hasta llegar a su intimidad, la cual él se dio el lujo de delinear lenta y tranquilamente con su dedo índice, provocando el rubor en las mejillas de la Kuchiki.


~ I-Ichigo!!.

El aludido sonrió entre travieso y satisfecho ante la expresión de su compañera. La veía tan linda, tan adorable, además la encontró húmeda y dispuesta.

Un dedo se deslizó dentro de ella, separando los pétalos de la flor y frotando el hinchado botón que coronaba la intimidad de la pelinegra.


~ Ahh, ma-matte!!…

Lejos de complacer a la dama, el Kurosaki deslizó el dedo al interior para luego iniciar con una delirante caricia de entrada y salida, estimulando a la chica y llevándola hasta la locura del placer.
Rukia se abrazó al muchacho, complaciente, gimiendo cosas que él no alcanzaba a entender.

El pelinaranja se detuvo al sentirla temblar, dejándola confundida y frustrada; Rukia comenzó a mover las caderas, buscando más de aquel placer recién conocido. . . él sonrió.

Acomodándose entre las piernas de la joven, Ichigo empujó suave y lentamente pero sin detenerse en ningún momento. Ella gimió agradada a pesar de de la ligera incomodidad ante el intruso que se clavaba en ella, así como el ligero “pinchazo” que sintió al romperse su virginidad.

El chico se detuvo solo hasta estar totalmente dentro de la linda chica. Apretaba ojos y dientes, tratando de soportar el placer que la tortuosa estreches de la chica ejercía sobre su miembro.


~ Ahh, Rukia!!.

El chico gimió roncamente una vez que iniciaron el vaivén de sus caderas, lento y suave al principio, fuerte y desesperado al final.
Ichigo no se cansaba de decirle lo encantadora y hermosa que ella era, Rukia no se cansaba de escucharlo, así como de besar sus labios, mucho menos de sentirlo dentro suyo.


“Me gusta esta sensación.”

Pensó la mujer, poco antes de agitarse ante el placer. Aferrándose al muchacho, formó un arco con su espalda, entregándose al intenso gozo.
El Kurosaki no tardó el seguirla y hundirse en el éxtasis.

Sus respiraciones agitadas, sus corazones aun desbocados; se miraron intensa y fijamente, sonriéndose poco después.
El que no lo dijeran no significaba que no lo sintieran, era solo que se sentían tontos al hablar de sentimientos cuando recién se conocieron esa noche.
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~ Es culpa tuya por quedarte dormido.

~ Pues pudiste haberme despertado, enana.

~ Baka.


Rukia ignoró el adjetivo.
Tomados de la mano, bajaban las escaleras de la mansión Ishida. Se habían tomado demasiadas libertades en casa ajena, pero ni así se les borraba la sonrisa del rostro.
No esperaban encontrar a tanta gente en la planta baja.


~ Ni… Nii-sama!!.

Los ojos de la Kuchiki se destiñeron al verse descubierta; Byakuya la miraba de forma reprobatoria.


~ Vámonos ya!.

Fueron todas sus palabras. Ya reprendería a su hermana una vez llegaran a casa.

La pelinegra bajó apresurada, seguida por un Ichigo que no le soltaba la mano y que incluso se la estrechaba con más fuerza, sintiendo el miedo de la chica y tratando de hacerla sentir mejor.


~ Kurosaki… más vale que mantengas a tu hijo alejado de mi hermana.

Fue la seria amenaza de un hombre no solo celoso, sino también furioso con esa familia y ni que decir decepcionado de su hermana.


~ Cómo te atreves!.

El pelinaranja estaba más que dispuesto a reclamarle al presumido ese, más su padre posó la mano sobre su hombro, calmándolo. ¿Cómo podía el viejo dejar las cosas así y quedarse callado?.
Como sea, Ichigo no pudo hacer más que ver en silencio como Rukia era alejada de él.


~ No sabes quienes son… ¿verdad?.

El muchacho arqueó una ceja.
Oh, vaya que lo sabía. Ella era la mujer de su vida y su hermano una piedra en el zapato.

Isshin dobló las cejas, afligido. No quería ser él quien le diese la noticia a su hijo, pero. . .


~ Ellos son Byakuya y Rukia Kuchiki.

Los ojos del pelinaranja se destiñeron por la sorpresa; su ceño más marcado que nunca.

Ellos. . . esa familia era la culpable de destrozar la carrera de su padre., ellos se habían encargado de cerrarle las puertas a Isshin Kurosaki, relegándolo a una pequeña ciudad como lo era Karakura, cuando él era de los mejores médicos del Japón.

De pronto todo el cariño y atracción que sintiese por esa chica se estaba tornando en desprecio, aunque no sería fácil arrancarla de su mente, mucho menos de su corazón.
No, no… ella era tan linda e inocente. ¿Cómo podía una chica virginal regalarle su primera vez al enemigo?.


“Seguramente Rukia no sabe quien soy… ella no es como su hermano.”

Pensaba el muchacho, convencido de que Byakuya Kuchiki había actuado contra su padre movido por el dolor, pero que Rukia no sabía ni tenía nada que ver.
Convencido de ello, Ichigo solo podía pensar en volverla a ver, dispuesto a todo, a romper todas las reglas. . . por ella.
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Rukia no pudo contener las lágrimas.
El regaño y las duras palabras de su hermano pasaron a segundo plano al enterarse que ese chico era el hijo del hombre que, por negligencia médica, terminó con la vida de su hermana Hisana.

¿Cómo pudo entregarse a ese hombre?, peor aun. . .


“¿Cómo pude enamorarme de él?.”

Se sentía devastada, traidora. . . utilizada.

Tal vez Ichigo sabía quién era ella y solo fingió interés y ser adorable para llevarla a la cama.
La Kuchiki sacudió la cabeza, llevándose las manos al pecho para calmar su triste y roto corazón.


“No… Ichigo no es esa clase de hombre, lo sé… lo sé…”

Anhelaba volver a verlo, aunque su relación sea imposible y este prohibida.

No importaba como, quería estar con él, aunque eso significase ir en contra de cualquier regla. . . y de su propia familia.






. Fin .
     Siguiente. . .
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18-marzo-09
06-abril-09

Queria escribir algo donde las familias de Ichigo y Rukia tuviesen problemas y por eso no pudiesen estar juntos.

Por cierto, que el que Hisana muriese en esta historia no fue negligencia de Isshin, sino algo inevitable y Byakuya simplemente no lo quiso aceptar.

Y el niño rico se vengó de todas formas ¬¬’.


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